Enjuiciar es una de las actividades mentales que más realizamos habitualmente. Bien sea como mecanismo de defensa, de adaptación al ambiente o como resultado de una actitud previamente elegida, comportarnos como jueces es parte de nosotros.
Cuando enjuiciamos estamos dictaminando lo que está bien y lo que está mal en base a nuestros propios criterios que pueden tener base en doctrinas y teorías externas o en creaciones o fantasías individuales.
De cualquier modo, enjuiciar hace que nos situemos en un plano superior respecto al otro cuando determinamos qué es lo que debe hacer o no, lo que genera que se produzcan conflictos en base a interpretaciones personales.
1. Conocernos
Enjuiciar supone que nosotros somos los primeros que nos enjuiciamos a nosotros mismos. Bien por educación, experiencias u otras causas, desarrollamos un sentido del juicio que nos obliga a cumplir con unos cánones que no dejan de ser construcciones mentales.
Cuando iniciamos el camino del autoconocimiento, estamos abriendo las puertas a conocer cuáles son esas leyes que nos hemos impuesto a nosotros mismos y que flexibilizándolas, comprendiéndolas y readaptándolas podemos dejar de juzgarnos y de juzgar a los demás.
2. Sentir
Al enjuiciar estamos creando, formando argumentos racionales que nos determinan y nos obligan a comportarnos de una cierta manera. Al hacerlo de esta forma estamos en manos de la mente y por tanto de sus influencias externas.
En cambio, si escuchamos nuestro Sentir desarrollaremos nuestra capacidad de compasión y fraternidad que nos evita enjuiciar.
3. Tratar Humanamente
Así como pensamos, actuamos. Por lo tanto, así como enjuiciamos nos comportamos y tratamos al otro. Si establecemos que una persona no merece ser hablada por tener un pensamiento diferente al mío, estamos enjuiciando y apartándola de nuestro lado.
El partir de un valor de Humanidad como superior a cualquier diferencia de pensamiento hace que nuestro trato sea más humano y dejemos de un lado enjuiciar.
4. Callar
Muchas veces puede pasar que nos pillamos enjuiciando a algo o alguien. En estos casos podemos decidir callar y no seguir adelante con lo que pensamos. Quizás en otro momento podamos analizar ese juicio.
Al silenciar ese pensamiento nos da tiempo a la reflexión a y poder comportarnos lo más humanamente posible.
5. Aceptar
Una de las cosas que evitamos al enjuiciar es aceptar a la otra persona tal y como es. Aun en el caso de que enjuiciemos a alguien no hemos de olvidar que ese “alguien” es algo más que su comportamiento, pensamiento y emoción.
Cuando aceptamos al otro tal y como es estamos comunicándonos desde nuestro Ser y por tanto dejando el juicio de un lado.
6. Amar
Por último, cuando amamos con el alma, no de una manera racional, estamos tomando contacto con ese Ser del otro que nos hace sentir nuestro propio Ser en nuestro interior. Cuando esto es así, no hay juicios, opiniones ni ideas que lo justifiquen.
Amar es una decisión de expresión, contacto y aceptación que nos hace vivir en y con los demás en Paz y Plenitud.
Carlos Postigo