A mi siempre me ha fascinado lo que siento cuando pido perdón. Antes de hacerlo, mi cuerpo se pone tenso, mi estómago se encoje y mi cabeza no para de buscar excusas para no hacerlo. Pero una vez hecho, me siento flotar, como si fuera una liviana hoja y mi mente se calma sintiendo una gran sensación de agradecimiento.
Creo que pedir perdón en una necesidad básica, pues no deja de ser una fuente de energía que nos aporta fuerza para crecer y ser mejores personas. Al igual que movilizamos recursos por conservar nuestro entorno, deberíamos hacer lo mismo por el hábito del perdón.
A continuación os voy a enumerar los diez beneficios más importantes que aporta el perdón. Seguro que los habéis experimentado más de una vez.
- Aporta energía positiva
La energía que obtenemos nos llena de fuerza y voluntad para enfrentarnos a situaciones difíciles futuras. Esta carga nos hace sentir llenos de vitalidad y alegría que transmitimos a los demás.
- Genera gratitud
Cuando pedimos perdón sentimos una gran gratitud por nuestra vida y todo lo que la rodea. Asistimos a la aceptación de las cosas tal y como son y les damos la bienvenida.
- Reduce la tensión corporal
La tensión física de nuestro cuerpo disminuye. El ritmo cardíaco se calma, la respiración se hace más profunda y nuestros músculos se relajan. La consecuencia es una mayor sensación de paz y bienestar.
- Disminuye el ruido mental
El tráfico de pensamientos que generamos se reduce drásticamente como consecuencia de haber solucionado algo que nos preocupaba. La mente se calma y por tanto nos ayuda a tener más serenidad y claridad en nuestros análisis mentales.
- Previene enfermedades
Al quedar el cuerpo relajado el sistema inmunológico se equilibra y por tanto el riesgo de contraer alguna enfermedad disminuye. Estos beneficios se equipararían a los obtenidos a través de la relajación y la meditación.
- Te ayuda a enfocar
Derivado de la relajación corporal y mental, conseguimos que al disminuir el ruido de pensamientos aumente nuestra atención y concentración, lo que nos permite dirigirnos hacia aquellos objetivos que nos hayamos marcado de una manera más eficaz y centrada.
- Sensación de control de tu vida
Cuando hemos pedido perdón la fuerza que obtenemos nos hace sentir que tenemos el control de nuestras vidas, lo que genera una sensación de empoderamiento que podemos generalizar a otras facetas de nuestra existencia.
- Sensación de fluidez
De sentir un gran peso a nuestras espaldas pasamos a una sensación de ligereza, liviandad y fluidez que nos hace sentir que hemos hecho lo que debíamos. Decidimos dejarnos llevar y confiar.
- Mejora de las relaciones
Al pedir perdón, tanto si somos perdonados como si no, dejamos claro lo que pasaba hablando de ello y esto conlleva que la relación avance sin ese obstáculo. No quiere decir que se solucione el problema pero sí se ha dado un paso necesario para su solución.
10. Aumento de la autoestima
Al aumentar la sensación de control sobre nuestras vidas, sentimos que nuestra autoestima mejora, valorándonos y creyendo aún más en nosotros mismos y por tanto, en nuestras capacidades para conseguir otras metas.
Estoy seguro que has sentido todos estos beneficios cada vez que has pedido perdón.
Carlos Postigo
Es la santa y pura verdad… saber ir de frente incluso aprendiendo el paso de mirar a los ojos del otro y pedir perdón deja tu corazon en calma , te engrandece, te alivia tevhace una persona real..
Carlos extraordinario artículo gracias por tocar un tema tan sensible y cotidiano. Mira que con la globalizacion solo se habla de dinero y grandes negocios , pero han olvidado los puntos humanos que también traen gran bienestar.
un abrazo. .
val
Estoy de acuerdo Valentina. Normalmente dejamos de lado los «puntos humanos» que es lo más importante. Sin esos puntos no existirían los negocios, curiosamente.
Tenemos la «mala» costumbre de ‘PEDIR’ perdón a la otra persona en lugar de ‘DARnos’ perdón a nosotros mismos. No seamos un mendigo emocional pidiendo esto y aquello, sino generosos y altruistas emocionales, primero a nosotros y luego a los demás.
Hola de nuevo, Ross:
Sí, es cierto; nos centramos tantas veces en pedir hacia fuera que nos olvidamos de nosotros mismos. Gracias por tu puntualización.
Un saludo.