La verdad es que no soy muy fan de los Juegos Olímpicos. Quizás esta primera afirmación te desanime a continuar leyendo, pero en mi defensa he de decirte que no voy a hablar del medallero, países favoritos o gala de inauguración.
¿Tú tampoco eres muy aficionado? No te preocupes, seguros que todo lo que te hable a continuación te va a resultar interesante y de gran valor y utilidad para tu vida.
Pretendo escribir algo sobre todo aquello que podemos aprender de los Juegos Olímpicos que nos beneficie a nivel psicológico y nos ayude en nuestro crecimiento personal. Aunque sé que ya has sacado algún aprendizaje por tu cuenta, te invito a que sigas leyendo para que le des una nueva vuelta y extraer nuevos aprendizajes.
Recuerda que si tienes dificultad al leer español o necesitas realizar traducciones a nivel profesional, no dudes en utilizar los servicios de traducción de POLILINGUA.
1. Claridad en el foco
Seguro que ya has visto algún vídeo en Facebook sobre el esfuerzo que ha hecho un deportista para lograr conseguir el éxito, o por lo menos acercarse. Pero hay un elemento muy importante que se da por supuesto aunque no se mencione: el foco.
Es decir, tener claro el objetivo que queremos para invertir todo ese tiempo y esfuerzo. ¿Tienes claro cuál es ese foco por el tú estás dispuesto a invertir tanto como estos deportistas? Si es tu caso, yo te puedo ayudar. Pregúntame.
Por propia experiencia sé que cuando tenemos claro lo que queremos, todo se nos aclara, nos sentimos mejor y damos lo mejor de nosotros a los demás.
2. El Valor del esfuerzo en los Juegos Olímpicos
El otro día hablaba con una amiga del esfuerzo y llegamos a la conclusión de que hay dos tipos.
Por un lado estaría el negativo, que sería aquel que hacemos en contra de nuestra voluntad, sin que esté alineado con nuestros valores y que hacemos por quedar bien con los demás. Un ejemplo sería estudiar una carrera por obligación.
Y por otro lado estaría el esfuerzo positivo, que sería aquel que empleamos cuando ponemos todos nuestros re cursos en algo que queremos hacer aunque nos suponga no hacer caso a los apetitos y caprichos que más nos llaman en el momento.
Estoy imaginando a ese atleta que ha renunciado tantas veces a salir de fiesta por cumplir su sueño. ¿estás de acuerdo conmigo y mi amiga?
3. No Competimos solos
¿Te imaginas unos Juegos Olímpicos en la que compitieras tú solo? Sí, es absurdo y de aquí podemos darnos cuenta de la importancia de los demás para crecer.
Por un lado debemos destacar el papel del equipo en el que estamos integrados para conseguir un premio. Para triunfar debemos ser humildes y dejar nuestro ego a las puertas del polideportivo. ¿Ves la semejanza con tu trabajo del día a día?
Y por otro lado no podemos olvidar a todas aquellas personas que hacen posible que ese deportista llegue a lo más alto. Desde su entrenador, su familia, las asociaciones que le apoyan, la organización de los juegos, el recogepelotas… Como verás, al final estamos todos implicados en algo que nos transciende como seres individuales.
4. Ir más allá
Y por supuesto, algo habrá que hablar de los límites personales que un deportista tiene que ir rompiendo para conseguir el triunfo. El conformarse o resignarse con una marca inferior a la deseada ya predice el fracaso, mientras que luchar por superarla solo puede hacer que ese deportista siga acercándose más y más al objetivo.
¿No has sentido en tu vida algo parecido? Seguro que recuerdas aquel reto que fuiste capaz de alcanzar con trabajo y esfuerzo (positivo, claro). Anótalo, enmárcalo si quieres y tenlo cerca de ti para esos momentos en los que te fallen las fuerzas. ¿Te unes a este reto?
¿Quieres compartir tus logros? Los espero en la zona de comentarios.
Carlos Postigo